viernes, 22 de octubre de 2010

Azul intenso

De repente
se dió cuenta de que ya no le miraba a los ojos como antes,
que ya no se perdía en el océano azul de su mirada...
y no tuvo que pensar mucho para darse cuenta de porqué no lo hacía.

Srta.Marta, oct. 2010

3 comentarios:

vidimus dijo...

Y la noria da otra vuelta... ¿Al final qué papel decías que tenías en dicha noria?

Unknown dijo...

mejor no lo digo... pero parezco la idiota siempre aunque... tampoco tanto posiblemente.


(palabra a verificar: fullar... "no comments")

Caos dijo...

Se evaporó. Me recuerda algo que dijo Roger Wolfe

Hay algunos –por increíble que parezca a estas alturas-
que todavía se convierten en borrachos
por influencia de los poetas simbolistas.
Otros –de manera igualmente increíble-
acaban chutándose heroína
porque momias como William Burroughs
contaban con pelos y señales que lo hacían.
Por motivos parecidos
tú negaste siempre la felicidad,
que como ya se sabe
es un asunto muy mal visto
entre las mentes pensantes de todo este tinglado.
Hasta que la felicidad te cayó encima
como un plato de sopa
que alguien te hubiera volcado en el regazo.
¿Qué demonios era esto?
No estaba programado.
Era un contratiempo nuevo;
era de auténtica vergüenza.
Como, de niños, mojar la cama
o hacérselo en los calzoncillos.
Menudo bochorno.
¿Quién te iba a sacar de ésta?
Pero la felicidad insistió en agitarse dentro de ti;
te recorría de arriba abajo
como un flujo de savia electrizada.
Y se te ocurrieron ideas muy extrañas:
abandonarlo todo,
salir corriendo dando gritos de alegría,
tirar la casa por la ventana
y lanzarte en plancha a la vida.

La hostia fue de órdago.

Los hijoputas habían vaciado la piscina.