a veces me siento como los zapatos cuando pasamos a las chanclas y las sandalias al llegar el buen tiempo (o a los cerrados cuando llega el frio) que los metes en una caja, precintas, y hasta que no hagan falta no los vuelves a sacar, casi te olvidas en ellos aunque sabes que están ahí, esperando que quieras sacarlos de la caja y volver a ponertelos...
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