Mis muñecas amarra y las sujeta,
en alta argolla, al poste del tormento.
Me venda. Rasga mi vestido. Siento
que, en puntillas, mis pies ata y aprieta.
Nada de mí su líbido respeta.
Con una especie de estremecimiento,
el placer delicioso experimento
de que me inmovilice y me someta.
el deseo me enciende, me trastoca,
mi instinto y voluntad de vida anula.
Sin emplear alfil, dedos ni boca,
dándome lenta muerte, me estimula
y un orgasmo tras otro me provoca.
- José Alcalá-Zamora
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