lunes, 1 de noviembre de 2010

Miedo

No se juega con el miedo porque el miedo puede ser un arma de defensa propia, una forma inocente o culpable de coraje.

El miedo nos abre los ojos y nos cierra los puños y nos mete en el riesgo desaprensivamente. Andamos por el mundo con el miedo a cuestas como si fuera un pudor obligatorio o en su defecto una variante del fracaso.

Tal vez sea el mandamiento o quizás el mandamiedos de alguna desconocida ley, de un dios cualquiera.

Por las dudas, una buena fórmula contra el miedo puede ser la que dejó escrita el bueno de Pessoa:
«Espera lo mejor y prepárate para lo peor».


Mario Benedetti