jueves, 11 de marzo de 2010

¿Porqué los hombres aman a las cabronas?

Toda mujer ha sentido vergüenza por parecer demasiado necesitada ante un hombre.  Toda mujer ha tenido un hombre tras ella, quien en el momento que la consiguió perdió el interés. Toda mujer sabe lo que sentir que no la tomen en cuenta. Estos problemas son comunes para la mayoría de las mujeres, casadas y solteras, por igual.

La cabrona de la que hablo no es la “bruja sobre ruedas”, ni un personaje malvado. Ni tampoco la típica “cabrona de la oficina” odiada por todos en el trabajo.

La mujer que yo describo es buena pero fuerte. Tiene una fortaleza muy sutil. No deja a un lado su propia vida y no persigue jamás a un hombre. No permite que un hombre piense que tiene un “dominio” del 100% sobre ella. Y se da su lugar cuando él se pasa de la raya.

Sabe lo que quiere pero nunca compromete su integridad para obtenerlo. Es como una magnolia de acero. Utiliza su feminidad para su propio provecho.
No es que se aproveche de los hombres, porque juega limpio. Tiene algo que la chica buena no tiene: claridad mental, pues se deja llevar por una fantasía romántica. Esta claridad mental le permite ejercer su poder cuando es necesario.

Además, tiene la capacidad de permanecer tranquila bajo presión. Mientras que una mujer que es “demasiado buena” da y da hasta quedar agotada; la mujer que tiene claridad mental sabe hasta dónde llegar.


Entre los cientos de entrevistas que realicé a hombres para este libro, hubo dos cosas que quedaron claras: la primera, ellos utilizaban con regularidad la frase desafío mental para describir a una mujer que no parecía necesitada. Y segunda, la palabra cabrona era un sinónimo de su concepto de desafío mental. Y ésta era la característica que les parecía más atractiva.

El éxito en el amor no se basa en la apariencia; se basa en la actitud.

Sherry Argov

1 comentario:

vidimus dijo...

Yo no llamaría cabrona a una mujer segura de sí misma y que sabe lo que quiere. Envidia me da la gente que es así, segura de lo que es y de lo que quiere.

Lo que nos pasa a los hombres es que ya no sabemos dónde estamos, porque mientras que las mujeres han cambiado y ya no se ciñen a determinados estereotipos y cada vez parece que son más las que tienen claro que no van a seguirlos (aunque no tantas como deberían), los hombres nos hemos quedado sin referentes y pretendemos seguir como si aquí no hubiese pasado nada. Estamos (más) perdidos.