Creía estar madurando...
ya no "cerraba puertas" con estruendosos portazos....
ahora (aunque a veces le daban ganas, las reprimía) lo hacía de manera calmada, dejando sonar el clic del picaporte enganchar y el resbalar del cerrojo al cerrar...
Ahora abría ventanas para mirar al exterior. Y para airear su vida, claro.
Si lo que veía le parecía interesante, ya abriría la puerta otra vez pero esperaba que nunca fuese a cosas pasadas de nuevo, el olor a rancia le ponía el estómago del revés.
Srta. Marta, Marzo 2010
1 comentario:
Me gusta ese cambio de mentalidad. Sí. Y ponte (más) buena y anímate.
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