La princesa, emocionada, cerró los ojos y acercó sus labios a los de su príncipe azul, esperando ser correspondida con su primer beso.
-"Ya te encontré, mi azulado príncipe, sé que eres tú",-pensó. Llevaban unas semanas conociéndose, aunque la verdad es que él apenas hablaba de sí mismo. Y entonces el beso... le resultó un poco frío y abrió los ojos. Frente a ella, nada. El príncipe se había desvanecido, ¿cómo era posible?
Y entonces, desconsolada, agachó la cabeza y se encontró con una rana toro que saltaba, parecía que de alegría.
-"Ya era hora guapa-exclamó la rana, -Anda que no te has hecho la estrecha... por un puñetero beso..."
La princesa, no daba crédito a lo que estaba sucediendo.

Se dió la vuelta y allí quedó la princesa plantada.
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