lunes, 5 de julio de 2010

Gordas y viejas

La siguiente historia es totalmente verídica, aunque no lo parezca. Les ocurrió a dos amigas mías en unos grandes almacenes. Y aún no saben si es para reír o para llorar.

Edurne Uriarte
(visto en "Mujer hoy")


Las “viejas” del título, alrededor de 50 años, son ellas. Y la “gorda”, alrededor de 100 kilos, es una joven de veintitantos a la que mis amigas soliviantaron de espectacular manera cuando se acercaron a admirar un jersey en un corner de los grandes almacenes y pronunciaron la palabra “gorda”. “Ésta es la sección de gordas”, dijeron las muy políticamente incorrectas cuando repararon en que estaban en la sección de “tallas especiales” y que no habría jersey de su talla. Eso sí, lo dijeron sin el más mínimo ánimo peyorativo y en un tono neutral y descriptivo.

Pero no lo vio así la joven de talla especial que comenzó a lanzarles todo tipo de imprecaciones por “su mala educación”, “porque era intolerable”, “porque eran impresentables”. Y más por la sorpresa que por el susto, el caso es que mis amigas, que no callan ni debajo del agua, huyeron despavoridas sin pronunciar una palabra.
Pero no lo suficientemente lejos, porque cuando pararon en la sección de vaqueros, pasó junto a ellas la joven de la talla especial que, en tono muy alto, dijo al niño que la acompañaba, “vámonos, que ésta es la sección de viejas”. Ante lo que mis amigas no pudieron más que reír a carcajadas. Y no tanto por lo divertido sino por lo delirante, por lo absurdo, por lo ridículo de la situación.

Me acordé de la que armé yo misma un día en mis clases de la universidad, cuando me referí a la llamada tercera edad con el concepto de viejos, en absoluto despectivo para mí, pero que sí lo pareció, y sobremanera, a algunos alumnos.
Y volví a pensar, una vez más, en las imbecilidades a las que ha dado lugar el lenguaje políticamente correcto. Pero, sobre todo, pensé en lo encarceladas que seguimos muchas mujeres bajo los cánones estéticos dominantes, es decir, la delgadez y la juventud.

También los hombres, ciertamente, están encerrados en ellos, pero en grado inmensamente menor al nuestro. Nuestros compañeros varones se realizan por sus logros, por su intelecto, por sus habilidades. Y ahí seguimos nosotras con esa obsesión por todo lo físico que incluso ha llevado a algunas mujeres a la suprema y enfermiza idiotez de convertir las palabras “gorda” y “vieja” en un insulto

P. D.: Reportajes sobre “la vida que empieza a los 50” y “la curva, que es bella” empiezan a proliferar últimamente en las páginas de las revistas femeninas. Pero esta nueva actitud no resulta suficiente. Todavía nos encontramos muy lejos de liberarnos en ambas materias.

1 comentario:

caos dijo...

Hay que tener un poco de tacto. Por el hecho mismo de que la sociedad las usa como insulto.